La producción avícola reclama que los beneficios sean equitativos

La producción de pollos para consumo funciona a partir del sistema de integración de toda su cadena, en la cual los propietarios de las granjas crían para las grandes marcas del negocio avícola, que se ocupan de la faena y comercialización.

Esta situación ató al productor a su comprador, pero este condicionamiento quedó minimizado en la época de bonanza que se vivió entre 1991 y 1994. Tras ese período comenzaron a quedar al descubierto las falencias del sistema, que se fue deteriorando y provocando pérdidas irreversibles en la producción, conduciendo, hacia fines de 2002, a la virtual cesación de pagos en toda la cadena.

Se presenta ahora una nueva oportunidad. La recuperación de los precios relativos generados por la salida de la convertibilidad le devolvió a las plantas integradoras el nivel de rentabilidad.

Sin embargo no sucedió los mismos en las granjas, que vieron como sus costos, especialmente influenciados por la calefacción, no permitían alentar una recuperación, hasta el punto que la gravedad de la situación económica se mantuvo en los niveles de fines de 2001 y, en algunos casos se agravó.

Además, la posición dominante que ejercen las empresas y la falta de protagonismo del Estado para evitar esta acción, ahogaron financieramente a las granjas y originaron el desmantelamiento productivo.

Desde Confederaciones de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) alertamos sobre esta realidad, que mantiene en una situación límite a la producción avícola y desalienta la inversión en el sector.

Hacemos un llamado a las autoridades nacionales y provinciales, a las empresas integradoras y a las cadenas de comercialización para detener este proceso que destruye las granja y reclamamos políticas que permitan un reparto equitativo de los beneficios para que todos los eslabones de la cadena se consoliden.

Buenos Aires, Enero 8 de 2004.